sábado, 5 de abril de 2008

La alegre divorciada

Hoy he tenido dos momentos qué-guay-estar-divorciada.

El primero ha sido leyendo el periódico. Según un grupo de científicos, me ahorro más de siete horas semanales de trabajo doméstico.

Bien pensado, bastante tengo ya con dos hijas y dos perros, sólo me faltaba un grandullón unineuronal portador de cromosoma cojo rondando por aquí: ¿sabes el trabajo que da tener un marido?

Sí, vale, seguro que un marido tiene cosas buenas a cambio pero de momento no me compensa hacer esas horas extra y me quedo como estoy. En todo caso prefiero un buen novio que me corteje, que me diga lo estupenda que soy, que aparezca por mi casa sólo cuando yo lo invite y que esté encantado de verme (no necesariamente todos los días, que también tengo mi-vida-antes-de-conocerte).

Y el segundo entró en el correo electrónico, un anuncio de KEAI (altero el orden para que no me lleguen a través de los buscadores todos los que quieren saber cosas sobre cierta tienda de muebles sueca).



Pues sí, me siento una alegre divorciada. Y encantada de serlo.



jueves, 3 de abril de 2008

La profesora (e il profesore)

La semana que viene vuelvo a dar clases. Sí, soy La Profesora y el año pasado tuve al mejor grupo que he tenido en cuatro años: Mis Alumnos Favoritos. Este año no sé lo que me traerá la suerte.

Andaba yo recordando mis aventuras y desventuras en el aula (porque mi último curso lo dí en diciembre y una tiene la inquietante sensación de estar 'desentrenada') cuando mis ojos han tropezado con una entrevista a Umberto Eco, autor de 'El Nombre de la Rosa' entre otros libros, renombrado miembro del colegio de Patafísica y profesor de Semiótica.

Si alguien es capaz de explicar bien cómo me siento al ser profesora, ése es Umberto. Il Profesore.

Pocas veces se habla de usted como profesor. ¿Qué aprendió para enseñar? Ante todo, sigo aprendiendo. El primer curso que di como profesor versó acerca de la poética de Joyce, que aparece en Obra abierta. Conocía el argumento, pero al empezar a dar clase me di cuenta de que no sabía nada sobre el tema. Aprendí, y sigo aprendiendo. Cuando escribes un libro puedes aparentar que sabes mucho, pero en clase es distinto. Lo que hice desde aquella primera experiencia es hablar a partir de los libros que iba a escribir, no de los libros que había escrito. Quiero decir que mi relación con los estudiantes siempre ha sido una relación de aprendizaje, porque enseñándoles aprendo yo también.

Una relación de ida y vuelta. Una relación erótica, porque la de un profesor con un estudiante es como la relación de un actor con su público: cuando sales a escena es como si salieras por primera vez, y tienes la sensación de que si no has conquistado al público en los primeros cinco minutos, lo has perdido. Eso es lo que yo llamo una relación erótica, en el sentido platónico del término. Además, hay una relación caníbal: tú comes sus carnes jóvenes y ellos comen tu experiencia. Hay gente infeliz que pasa los primeros años de su vida con gente más joven que ellos para poderlos dominar, y cuando envejecen están con gente más anciana que ellos. A mí me ha pasado lo contrario: cuando yo era joven estaba con gente mayor que yo para aprender, y ahora, teniendo estudiantes, estoy con jóvenes, que es una manera de mantenerse joven. Es una relación de canibalismo, nos comemos el uno al otro. Por eso no he dejado, a pesar de mi jubilación, de tener una relación universitaria.

Para los que sois alumnos, pensad que los profes somos de carne y hueso y con miedo escénico pero disimulamos muy bien, jaja... porque alguien tiene que ser el capitán (o capitana) del barco que surca el aula.

Y si has visto la película 'El Nombre de la Rosa' y te ha gustado, lee el libro. Es mucho mejor que la película. Te lo dice La Profesora.



martes, 1 de abril de 2008

¿Qué pasó anoche?

Anoche se despidió de Valencia con un 'hasta luego' -porque volverá en 2009- la exposición de los lienzos que Joaquín Sorolla Bastida pintó por encargo para la Hispanic Society de Nueva York.

La Visión de España

Joaquín Sorolla (1863-1923) recibió el encargo, por parte de Archer M. Huntington, de pintar la decoración de la biblioteca de la Hispanic Society.
Durante el año 1912 el pintor se dedicó a recorrer la geografía española, captando imágenes de tipos para construir después la gran decoración de la Hispanic Society. En 1913 cambió de opinión y, aunque no dejó de usar algunos de los cuadros de tipos, empezó a pintar los paneles directamente del natural; ese año hizo el monumental La fiesta del pan. Castilla.
Durante el año siguiente realizó cinco paneles, Los nazarenos. Sevilla (marzo-abril), La jota. Aragón (verano), El concejo del Roncal. Navarra (verano), Los bolos. Guipuzcoa (septiembre) y El encierro. Andalucía (noviembre-diciembre). En 1915 pintó cuatro más, El baile. Sevilla, desde enero hasta marzo, Los toreros. Sevilla, desde marzo hasta mayo, La romería. Galicia, durante el verano y El pescado. Cataluña en el otoño.
El año 1916 sólo pintó Las grupas. Valencia, en el que empleó desde enero hasta marzo; también el año siguiente, 1917, solamente un panel, El mercado. Extremadura. Entre noviembre de 1918 y enero de 1919 hizo El palmeral. Elche y, finalmente, ese mismo año 1919 pintó el último de los paneles durante los meses de mayo y junio, La pesca del atún. Ayamonte.
En total, una obra colosal que ocupó los últimos años de su vida activa; él mismo la consideró «la obra de su vida», llamándola exactamente con ese nombre en distintos escritos que se conservan.
El juicio sobre el conjunto que constituye la exposición organizada por Bancaja es que se trata no sólo de la obra más importante de Sorolla, sino también de uno de los más importantes conjuntos pictóricos de todo el siglo XX.

Galería de imágenes de la exposición: pincha aquí.

La afluencia de público desde el 7 de noviembre hasta ayer ha sido constante e importante. En los últimos días las colas podían durar hasta 4 horas... y eso que el horario se amplió desde las 9 de la mañana hasta la 1 de la madrugada y que los viernes y sábados estaba TODA la noche abierta al público.



La cola, una de tantas noches.
La exposición se encontraba en el edificio iluminado del fondo.



El Centro Cultural de Bancaja ha sido totalmente remodelado porque ahora ya no existe la biblioteca del último piso donde estudié casi toda la carrera y donde conocí la obra de Manuel Hernández Mompó, otro pintor valenciano, del que otro día os hablaré. En el lugar de la biblioteca estaban la mitad de los Sorollas, la otra mitad en el piso inferior.



Yo he tenido la suerte de ver dos veces la exposición.

La primera vez reservé las entradas por internet antes de la inauguración oficial (momento en que todo el mundo se acuerda que hay que ir a ver la exposición, jeje, y ya es imposible reservar) y pude llevar a mis padres y a la madre de una amiga con toda comodidad, sólo tuvimos que llegar media hora antes de la señalada para nuestra visita guiada y aprendimos muchísimas cosas. Y salimos emocionados, realmente impresiona la exposición.

La segunda vez fue... anoche.

Anoche tenía que ir con mis hijas a la estación a las once y media de la noche, como ellas aún no habían visto la exposición y dejaban entrar público hasta las doce (no cerraba hasta la una), nos acercamos en un momento, aparcamos el coche en la mismísima puerta (quien inventó lo de dejar aparcar en el carril-bus por las noches es mi héroe y mi ídolo en ocasiones como ésta) y entramos sin entretenernos más que lo justo para pasar por el detector de metales y apagar los móviles. Y no había casi nadie, la pudimos ver como unas marquesas. Sin aglomeraciones, a nuestro ritmo... un lujo. Me leí todos los cartelitos, todos, y pude saborear golosamente la calidad de la pincelada de Sorolla, es posible acercarse bastante para apreciarla bien... mientras no te pases de una raya imaginaria porque el detector se dispara, jeje, pero le tenía tomada la medida y no me rechistó ni una sola vez.

La exposición va camino de Barcelona, Sevilla, Málaga, Bilbao y Madrid. Si queréis verla, reservad cuanto antes las entradas. A lo mejor no se producen tantas colas como en Valencia -es que aquí se le quiere mucho a Sorolla, nadie como él ha captado la luz y la magia de ésta su tierra-... pero yo no dejaría de ir a conocer su grandiosa 'Visión de España', no sólo por el tamaño de los lienzos sino también por la generosidad de su mirada y la envergadura del encargo (le pagaron 150.000 dólares de la época, a principios del siglo XX, casi ná, ¿cuánto valdrá ahora?).

Os la recomiendo, podéis comparar,
no es lo mismo ver un cuadro aquí en pequeñito...

Las grupas. Valencia

Concejo del Roncal. Navarra

La fiesta del pan. Castilla

...que verlo a tamaño real...

Foto oficial de la inaguración delante de LAS GRUPAS,
qué le vamos a hacer si no me dejaron posar a mí, jeje


pequeñitos los cuadritos, ¿a que sí?
La fiesta del pan de Castilla desde dos distancias

Anoche pudimos ver la exposición así de bien.

Lo dicho, un lujo tener a Sorolla en su casa y visitarlo dos veces.

Qué suerte los que vivís en Madrid, tenéis su Casa-Museo.