Conversación tecnológica entre madre e hija

Me llama mi hija desde casa de su padre donde está pasando el fin de semana.

Y me llama al móvil porque estas niñas de hoy en día pasan del teléfono fijo, para qué van a usar algo que no tiene agenda ni sms ni emoticones ni juegos ni cámara de fotos ni nada de nada…

La conversación más o menos ha sido la siguiente:

- Mami, ¿dónde estás?
- En casa, ¿por qué me lo preguntas?
- Ay, como he visto que estabas "no conectada" en el Messenger…
(dicho con voz de "mami-estás-enferma-si-estás-en-casa-con-el-ordenador-apagado
porque-yo-lo-primero-que-hago-cada-día
es-conectarme-al-Messenger
para-darle-los-buenos-días-a-mi-cybernovio")
- Aaaaaahhhhhh, bueno... pero ¿qué pasa, hija, que si no estoy en el Messenger no existo?
(con voz de "no-entiendo-cómo-sacas-buenas-notas-en-el-colegio
si-sólo-vives-en-por-y-para-el-Messenger"
y quedándome perpleja: ¿sólo soy real cuando soy virtual?)

Me ha llamado para pedirme que le escanee unos apuntes que necesita para el examen de mañana y que olvidó comprobar si los llevaba en la mochila (“creía que sí que los tenía…”, como siempre). Se ve que la niña casi se muere del susto al pensar que yo podía estar viviendo esa vida que hay fuera de la habitación donde está el ordenador.

Y, sí, ahora estoy escaneando los apuntes para colgarlos en la carpeta de archivos compartidos del Messenger. Paso de comprimirlos, qué pereza… total, según ella y su hermana (15 primaveras), estoy en la edad de la piedra… cuando ellas están en plena edad del pavo.

Pues nada, juro por mi portátil wi-fi que la próxima vez que me tengan que pedir algo les diré que si no lo hacen por el Youtube no moveré ni un dedo ni un ratón.

;-D ¬¬

PD.- La cara que ha puesto mi hija cuando se ha enterado que tengo un blog porque le he copiado este artículo en la conversa del Msngr, jaja... se ha librado de una buena porque la niña no tiene web cam en el ordenador de casa de su padre, que si no le hago un video con esa carita pa'l Youtube que se iba a enterar de quién vive en la edad de piedra... Yo, desde luego, no.